IES José Mor de Fuentes

martes, 9 de octubre de 2012

CORREOS CELEBRA EL ‘DÍA MUNDIAL DEL CORREO’ 2012




El 9 de octubre se conmemora la fundación de la Unión Postal Universal en 1874
 

    “Una estrategia para un nuevo mundo”


¿Hace cuanto que no escribes una carta?
¿Hace cuanto que no coges papel y pluma y te sientas tranquilamente a escribir una carta?

                                                 ¡Qué tiempos aquellos!

Me gusta cada Navidad sentarme en la mesa redonda del comedor y escribir una tras otra montones de cartas. Me lleva horas. Toda la tarde.Incluso la mañana si ya tengo vacaciones. Le dedico mucho tiempo a cada carta. Pienso en la persona o las personas a las que les escribo. Recuerdo momentos que hemos pasado juntos, buenos, malos, de trabajo o de ocio. A veces acabo riendo a mandíbula batiente y otras llorando como una Magdalena. Muchos son amigos que están lejos, lejos físicamente, pero siempre en mi corazón. Otras cartas son para amigos de todos los días. Esto si que es raro, raro, raro.  Pero es que aveces nos cuesta tanto decirle a un amigo cuanto le queremos, cuanto lo necesitamos,  cuanto nos gustaría darle un abrazo o un besote enorme que la carta se hace herramienta cómplice.

¿Por qué dejar aquella fantástica tradición de escribirnos cartas, de contarnos nuestras vacaciones, lo maravillosamente bien que se estaba en la playa o del buen tiempo que hacía...? Comemos muy bien, por aquí los chicos son muy guapos y nos acordamos mucho de ti. La próxima vez venimos juntas....Besos...

Acordaros de la ilusión de recibir una carta a vuestro nombre y que no sea del banco, ni publicidad. Una carta escrita a mano, de puño y letra.  ¿Por qué no regalar ese momento?




La carta.

Eduardo Galeano

Enrique Buenaventura estaba bebiendo ron en una taberna de Cali, cuando un desconocido se acercó a la mesa. El hombre se presentó, era de oficio albañil, perdone el atrevimiento, disculpe la molestia:
—Necesito que me escriba una carta. Una carta de amor.
—¿Yo?
—Me han dicho que usted puede.
Enrique no era especialista, pero hinchó el pecho. El albañil aclaró que él no era analfabeto:
—Yo puedo escribir, yo sé. Pero una carta así no sé.
—¿Y para quién es la carta?
—Para... ella.
—¿Y usted qué quiere decirle?
—Si lo sé, no le pido.
Enrique se rascó la cabeza.
Esa noche, puso manos a la obra.
Al día siguiente, el albañil leyó la carta:
—Eso —dijo, y le brillaron los ojos—. 
- Eso era. Pero yo no sabía que era eso lo que yo quería decir.



1 comentario:

  1. Me gusta este post. Yo soy un poco mayor y todavía me emociono mucho cuando en verano o navidad recibo postales escritas a mano y ya si están dentro de su sobre es de alucinar.

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